Almazaras, hornos, molinos de trigo… eran monopolio de la orden de Santiago. Los habitantes de la encomienda debían transformar sus productos en ellos y no podían hacerlo en otros, exponiéndose a sanción si lo realizaban. El traspaso de estas propiedades a los concejos y particulares fue uno de los síntomas que nos permite ver el grado de perdida de control santiaguista sobre sus posesiones.

La almazara de Ricote aparece descrita en la visita de 1495. Tuvo dos, pero el más antiguo estuvo situado junto a la fuente del Algezar, la fuente a la que se refiere el documento es lo que hoy se conoce en Ricote como “El Pilar”, fuera de la vlla, y la almazara estaba situada frente a él, y hasta hace pocos años se podían ver los restos de este edificio.

Esta almazara teDSC_1071nía tres naves, era de una piedra, y en 1495 estaba “bien aderesçada e todos los otros pertrechos a ella nesçesarios”. La fotografía muestra el lugar en el que se encontraba, junto a la fuente del Pilar.

Ricote iba creciendo, y poco a poco el espacio construido fue ampliándose. La almazara, que fue construida fuera de la villa formaba parte de ella en el siglo XVIII, la zona del Pilar era denominada como “barrio de arriba”. Su estado de conservación en 1721 era nuevamente lamentable, la puerta principal estaba rota, de las dos piedras una era inservible por pequeña, y la otra estaba muy gastada, las vigas que se utilizaban para exprimir el aceite estaban carcomidas, a caldera de cobre que servía para calentar el agua donde se ponían las olivas que se iban a moler estaba sin servicio, y el cazo para sacar el agua de la caldera estaba “echo pedazos por mui viejo y usado”, las paredes estaban muy deterioradas, y la cubierta amenazando ruina.

La falta de control de la orden de Santiago sobre sus posesiones contribuyó a que estas se fuesen destruyendo poco a poco y que no fuesen reparadas. En 1536 la almazara se encontraba en un estado lamentable, pues estaba “toda cayda”. Se procedió a derribar lo que quedaba en pie y aprovechar el material para construir una nueva en el mismo sitio, añadiéndosele posteriormente una segunda piedra.

La administración de los bienes santiaguistas supuso una mejora en el estado de conservación de los mismos, y en 1734 la almazara se encontraba a plena producción.